Nuestra visita a la bolera

Hacía más de dos años que no visitábamos una bolera.  La última vez Ariel estaba más pequeño y casi no podía con la bola.  Como parte de las actividades para este verano planificamos visitar una. Fuimos este pasado lunes y la pasamos muy bien. Mi mamá nos acompañó lo cual lo hizo aún más especial.

Visitar una bolera es una experiencia inolvidable para los niños.  ¡Todo es una aventura! Aquí les presento un recuento fotográfico de nuestra experiencia.

Antes de comenzar a bolear nos cambiamos los zapatos.

Luego nos ubicamos en el área que nos asignaron y papá entró los nombres de los jugadores.

Estudiamos la bolas.  Escogimos las menos pesadas para el chico más pequeño y de peso mediano para los más grandes.

Ahora era el turno de bolear.  Cada cuál escogió el estilo que mejor le funcionó.  Para ayudar a estos jugadores inexpertos un empleado colocó las barras al carril.  De esta manera no perderíamos los tiros.

Para los más chiquitos tienen una canal especial para que ellos puedan jugar sin tener que hacer fuerza.

Celebramos cada tirada con el mayor entusiasmo.  Me encantaba ver sus caritas de alegría al tirar todos los bolos pero estaba tan emocionada que olvidé tomar una foto.

Al final posamos con las bolas para capturar los recuerdos.

Esta fue la foto que compartí en Instagram.

La sorpresa de la tarde fue de abuelita porque quedó en segundo lugar en puntuación.  ¡Y eso que nunca había boleado!

¿Has visitado una bolera? Comparte tu experiencia.